Destino dibujado. Entrevista a Pablo “Pol” Maiztegui

Por Leonardo Martínez

Con motivo de la proyección de El sable, el documental animado que narra la historia del robo del sable de San Martín, entrevistamos al ilustrador e historietista Pablo Maiztegui, quien puso en imágenes este relato histórico.

Nacido en Córdoba en 1969, es un talentoso dibujante y guionista. Fue discípulo de Francisco Solano López, a quien acompañó como ayudante de dibujo durante 16 años. Se animó a reversionar además, con un nuevo guión a pedido de su mentor, aquella famosa historieta que lo eternizó junto a Héctor Germán Oesterheld: El Eternauta.

Como guionista y dibujante realizó varios libros, como el hermoso: John Lennon: Un disparo en el umbral (V&R editorial). Recientemente hizo las animaciones de un interesante documental político: El Sable. De esto, de su comienzo en el cómic, de su relación con el cine y de su formación y su trabajo nos habla Pablo.

Hay destinos que están escritos. El de Pol siempre estuvo dibujado.

¿Cuándo empezó tu fascinación por el cómic?

Esto del cómic, comienza por mi placer con leer historietas. Siempre de chico quería que me regalen cómics. Había un amigo de mi papá allá en Berrotarán que dibujaba, y se llamaba o le decían, la verdad es que no recuerdo bien, “Ñañana”. Este señor dibujaba coches de carrera. Esto no sé si es el origen de cuando yo empecé a dibujar, pero sí es el origen de mi gusto por el cómic. Después a ese hombre no lo vi más. Lo que estoy contando es cuando yo tenía creo que siete años, es decir en la época de la dictadura…

¿En esta época empezaste a dibujar?

Bueno, paralelamente a mi fascinación por el cómic, comencé a dibujar, obviamente copiaba todo porque yo era muy chico y no tenía técnica, no podía hacer lo que quería. Pero bueno, dibujaba todo el tiempo coches y también en ese momento copiaba dibujos de las historietas, La Pantera Rosa, por ejemplo. También había uno que me enseñó a dibujar caballos, y bueno… en ese momento empezó mi placer por dibujar.

¿Fuiste a algún profesor de dibujo?

Jamás… bueno, una sola vez porque yo estaba inaguantable, y mis viejos ya no sabían qué hacer conmigo, porque estaba todo el día dibujando… dibujaba en servilletas, en diarios, en cualquier papel que encontraba… me encantaba dibujar, y de hecho me pasé todo el secundario dibujando. Pero bueno, me mandaron a un profesor y no aguanté mucho.

¿Y del cómic nace tu interés por el cine y la decisión de ir a estudiar esta carrera?

El cine, el cómic, son cosas muy atractivas para los chicos… también el cine me entró por los dibujos, en ese momento yo veía “Superman”, pero también lo leía en las historietas. El cómic estaba y está relacionado al cine, se hacían adaptaciones muy buenas… Entonces terminé el secundario y me fui a Córdoba a estudiar cine, pero nunca dejaba de dibujar. Después, cuando estaba estudiando cine en Córdoba, la facultad cierra y nos dan, a los que estábamos estudiando, la posibilidad de irnos a Rusia con una beca para estudiar cine. Con un amigo de ese momento nos fuimos a Rusia, pero no aprovechamos la beca… habremos estado tres meses muriéndonos de frío, y después me fui a Londres y de ahí me fui a España, y me quedé en Madrid, y en Madrid conocí a la hija de Solano López, que me veía siempre dibujando, pero no sé por qué razón no me decía que era la hija de Solano López. Y un día me dice: “viene mi papá”, y bueno… resulta que el papá era Solano López…imaginate que yo no lo podía creer, yo era un fanático de Solano López… yo era un fanático de “El eternauta”. Cuando viene el padre me dice: “Ché, por qué no le mostrás unos dibujos a mi viejo”…  Le mostré algunos dibujos y me llevó a Brasil, a Río de Janeiro, que es donde tenía su taller junto a dos ayudantes más. Y me quedé en Brasil.

¿Qué te aportó el paso por la carrera?

Lo que más aprendí en la facultad fue hacer un guión, la estructura de un guión, algunas reglas básicas, cómo organizar, como ordenar lo que quería escribir…

Recientemente se estrenó en el Goumont, espacio INCAA, El sable, un interesante documental sobre el robo del sable corvo de San Martín por un grupo de la Resistencia Peronista, en 1963. El documental tiene animaciones que reconstruyen el hecho y vos hiciste los dibujos, ilustraste. ¿Habías participado como dibujante en cine?

En cine no, pero sí en televisión. Hice los dibujos para una miniserie de animación para canal Encuentro que se llama “Los Valencia”. Trata sobre algunos momentos puntuales de la Historia Argentina en la vivencia de cuatro generaciones de una familia. Recomiendo ambas producciones sobre todo por el criterio con que fueron realizadas. También recuerdo alguna que otra colaboración en la ilustración de alguna cartelera cinematográfica.

Cuando Solano te lleva como ayudante a Río de Janeiro, ¿cómo era trabajar ahí?

Empecé como ayudante de dibujo y después él se queda sin guionista, y empecé también como guionista. En el taller, lo que no tenía era técnica, dibujaba con cualquier cosa, con lapicera, lo poco que había hecho de dibujo de chico era mancharme las manos con témpera, y Solano me enseñó las técnicas, cómo manejar los pinceles, la tinta china.

¿Y cómo fue empezar a trabajar con eso materiales?

Como yo tenía facilidad para el dibujo no me costó mucho trabajo. Lo que cuesta es que tiene que conectarse el cerebro con la mano, para poder hacer lo más cercano a lo que uno imagina. Es decir, para poder proyectar. O sea, uno imagina algo en el papel, y la mano lo va haciendo; hay como una interacción entre la mano y el cerebro. A medida que vas haciendo el dibujo, te vas adaptando nuevamente, por lo menos ese es mi caso.

Solano me daba el dibujo ya hecho y yo tenía que dibujarlo por arriba, tenía que tener un mínimo de criterio para más o menos darme cuenta de qué líneas de lápiz seguir y cuáles no. El pincel era para líneas delicadas y suaves, por ejemplo, para hacer la pierna de una mujer, por la manera en cómo se desliza, permite la línea suave, recta. Y sobre todo el pincel está para rellenar negros. Con la pluma no se puede hacer eso porque se rompe el papel. Hay diferentes tipos de plumas, la base se hace con lápiz.

Ya no usas papel, lápiz, tinta china, materiales cásicos ¿Cuándo aparece la otra tecnología?

Cuando llegué a Buenos Aires yo ya había empezado a trabajar como guionista y él me propone -yo siempre trabajando como ayudante de dibujo- hacer el regreso de “El Eternauta”. Habíamos ido a San Diego el año anterior, donde está la feria de cómic más grande del mundo. Lo interesante del viaje es que ví toda una mesa de pibes trabajando con Photoshop, y me llamó la atención la velocidad con que lo hacían. Y le propuse a Solano trabajar con ese programa… Igual los bocetos los sigo haciendo con lápiz, pero con lápiz óptico, depende qué sienta en ese momento. Me gusta garabatear con los dos. Por ejemplo, a mí no me gusta usar tinta, lo siento bastante sucio, y la compu lo imita bastante bien, pero bueno, también tiene que ver con que yo no tuve tiempo de enviciarme con los materiales clásicos. No extraño sentir en la mano los materiales.

¿Por qué haces cómic?

Creo que el cómic me gusta, me llega, como me llegan las artes en general, por un componente onírico que tienen, de ahí… está en cada uno la intensidad con la que uno vive esa otra realidad, ya sea haciendo arte o como espectador.

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