Una partida milenaria

Por Isaac Varela

Isaac nos recomienda la última muestra del Museo del Libro y de la Lengua, que recorre la historia del ajedrez en la Argentina a partir del universo de producciones culturales que giran en torno a ella.

En una de las fotos aparecen ocho mujeres detrás de dos mesas con tablero, es 1934 y es el Campeonato Femenino de Ajedrez. En otra un fotomontaje de Grete Stern para la revista Idilio de 1950. En otro cuadro, un fragmento de una carta enviada por Duchamp, fechada en mayo de 1919, a las hermanas Stettheimer, disculpándose por la poca comunicación a causa de jugar ajedrez todo el tiempo. “Juego noche y día y nada me interesa más que encontrar la movida justa” -dice. Se suman poemas y textos de Borges, Abelardo Castillo, Alejandra Pizarnik, Fontanarrosa, por mencionar algunos ejemplos. Todo en una sala con un laberinto de fotos en blanco y negro que podría ser un tablero.

Como parte de una costumbre que en Argentina empezó en el siglo XVIII, cuando todavía era colonia española, hasta que en 1841 se funda el Club de Residentes Extranjeros como el primer centro social en el que se compartía la práctica del ajedrez. Le siguieron el Círculo de Ajedrez de Vélez Sarsfield, de Villa Crespo, y de Villa del Parque.

Hacia 1885 comenzó a jugarse los domingos en un Almacén de Ramos Generales en Rivadavia y San Martín. Poco a poco, los cafés empezaron a convertirse en los únicos lugares que mantenían la práctica en ese entonces. Una de las fotos de 1858 muestra a un Café Tortoni abarrotado de mesas desde sus inicios, como el mayor centro de encuentro por aquella época, donde era habitual la práctica entre sus clientes. Cien años después, se mantendría la costumbre. En 1958, Witold Gombrowicz escribe, en el primer prólogo a Ferdydurke; “Si el texto en castellano tuviese alguna falla proveniente de un descuido, esto se debería, creo, al exceso de amenas discusiones que caracterizaba las sesiones, realizadas en casi todas las salas de ajedrez de la confitería Rex.”

En 1921 Raúl Capablanca resulta campeón en la copa mundial frente a Lasker. Otro jugador dijo después del final: “Si el ajedrez es lucha, el mejor es Lasker, si el ajedrez es ciencia, el mejor es Capablanca, si el ajedrez es arte, el mejor es Alekhine.” Seis años después, en el Campeonato Mundial en Buenos Aires, Capablanca va a la la final contra Alekhine, quien resulta ganador. Sería el primero de una serie de eventos que pondrían a la capital bonaerense como sede; hasta la oficialización del Ajedrez 960, propuesto por Bobby Fischer en La Plata, Junio de 1996.

Movimientos en blanco y negro documenta el paso que se instaló primero como práctica, forma de estrategia o pasatiempo, hasta las diversas manifestaciones que desde un tablero se pueden transformar en una historieta de Quino, Sábat, Fontanarrosa, Rep, Tute o en una contienda política durante la guerra fría.

La exhibición se puede visitar hasta el 23 de diciembre, de martes a domingo, en el Museo de la Lengua de la Biblioteca Nacional, Av. Gral. Las Heras 2555, con entrada libre y gratuita.

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