Matías Ercole – El descubrimiento de la línea

Por mrt*

Presentamos las obras de Matías Ercole quien nos habla sobre los sinuosos caminos de su formación y su característico proceso de trabajo.

Hace algunos meses tuvimos la suerte de conocer a Matías Ercole durante el proceso de creación de su obra Solo hazlo en el Espacio de Arte Contemporáneo en Montevideo. En el transcurso de una semana la pared fue mutando de su pálido blanco a un negro cubierto de rayones plomizos, generados por el trazo que Matías dejaba directamente sobre el muro. Para la fecha de inauguración, la transformación se había completado y un denso paisaje lleno de remolinos, nubes y montañas inciertas se apoderaba del público.

Con apenas 29 años Matías Ercole ya cosechó una prolífica carrera. Nació y vivió siempre en Buenos Aires, un auténtico porteño. Su formación es bastante ecléctica, en principio estudió en talleres particulares de artistas que se apuntaban a una formación de pintor, pero sus intereses se iban ampliando con el correr del tiempo, hasta llegar a estudiar escenografía en el Teatro Colón. Gracias a esa experiencia, trabajó como realizador de arte en publicidad y cine: Con el tiempo me di cuenta de que la tarea del escenógrafo se reducía muchas veces a una variable proyectual –planos, medidas, cálculos y demáses- donde el trabajo práctico era casi el de una computadora, lo que me fue alejando y afianzando más el sentimiento de ser artista, nos cuenta. El Centro de Investigaciones Artísticas (CIA) fue otro momento importante en su formación. Allí, gracias a una beca obtenida en 2014, pudo conocer gente muy capaz y comprometida con sus investigaciones en diversos ámbitos –música, sociología o cine-. Actualmente Matías se encuentra terminando la Licenciatura en Artes de la UNA, por lo que nos aclara “pronto me podrán decir licenciado”.

Cuando preguntamos por su proceso creativo y de inspiración, nos detalla: Hoy quizás reniego de haber creído en algunas sentencias en momentos de mi formación, donde ciertas leyes sobre un supuesto buen hacer priman por sobre otras cosas, aprendí a copiar del natural y adquirí herramientas que luego me han servido para desarrollar mis imágenes pero que hoy me replanteo constantemente, esas preguntas creo que de alguna manera se traducen en la producción actual. Si puntualizo un momento en el que puedo hablar de obra, pienso en un taller que hacía donde me marcaron cierta facilidad y tendencia que tenía para el dibujo, empecé a investigar en relación a esa sugerencia y así llegue a técnicas e iconografías que hoy siento propias. El uso de la tinta negra, una superficie cerosa y un procedimiento que tiene que ver más con rasgar para descubrir la línea que con adicionar material –esgrafiado-.

Mi proceso era muy ordenado, bocetos, planificaciones hasta llegar a la imagen final, hoy se tornó mucho más caótico. Las variables de mi trabajo se ampliaron por fuera del dibujo, que es lo que a vista retrospectiva primo. Hoy me dejo guiar por las imágenes insistentes que se me aparecen en la mente, suelen ser cosas que imagino, algo que vi en la calle, algo que leí, cosas que se aparecen insistentemente, algo que bajé de internet, que me gusta por el color, por su relato o simplemente por bizarra o linda. Imágenes que luego se tamizan y se vuelven físicas, se corporizan o infiltran en la obra. Los sentidos vienen después, armo conexiones y encuentro aquello que buscaba de manera quizá inconsciente. Hay palabras como naturaleza, deformidad, construcción, paisaje, vacío, punto de vista, que pueden entenderse como un rizoma de ideas que rodean gran parte de mis intereses como artista.

En la muestra que acaba de terminar por estos días en la galería Miranda Bosch, me centré en una mirada retrospectiva sobre artistas que siempre me interesaron del relato de la historia del arte: los pintores románticos alemanes, Rothko, Malevich, Kubrick, Lynch. La teatralidad de ciertas imágenes a contraposición de una abstracción dura que pretende referirse a la realidad toda en ese estar vacío. Hay algo espiritual y emocional que engloba a todo este grupo de artistas.

No sé si hay algo particular que me inspire más que las ganas de crear -cual ser superior- un nuevo elemento para nuestra realidad, creo que una obra de arte tiene un poder valiosísimo, puede llegar a manejar lugares de conocimiento que en ocasiones poco tiene que ver con un pragmatismo, asociado más a la idea que puede tenerse de la ciencia, pero no por eso de menor valía; trato de abordar mi trabajo desde cierto rigor. Así ayudé aunque sea a responder preguntas que me hago a mí mismo sobre mi vida y mis creencias.

Actualmente Matías se encuentra cerrando el año luego de haber inaugurado varias exposiciones individuales, “lo que viene es replantear lo que dejaron estas instancias para pensar en nuevos proyectos que aún no tienen ni forma, ni fecha, ni lugar concreto.” En estas experiencias, comenzaron a mezclarse el dibujo, lo fotográfico, la idea de espacio bidimensional y físico, lo que era proceso, referencia o final. “La obra comienza a adquirir una independencia –a través de comportamientos que uno mismo provoca- que hay que aprender a descifrar para entender cuáles van siendo sus sentidos, rumbos y derivas.”

Para más información:

www.cargocollective.com/Ercole

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