Brecht, en el CCGSM

Por Sofía Castaño

Sofía Castaño visitó Brecht, la última obra del ciclo Invocaciones, en el Centro Cultural San Martín.

Aunque ciertas personas nos deslumbran por su talento en la música, el cine, las letras, la actuación, o lo que sea, necesitamos admirarlos en su totalidad. Dios ha muerto pero existen los Creadores. El problema es que, a diferencia de Dios que sólo aparece en libros antiquísimos, los Creadores aparecen por todas partes mostrándose horriblemente indignos de nuestra devoción.

Los ídolos deberían permanecer impolutos, ser inmateriales, infalibles o como mínimo no cometer crímenes demasiado horrorosos. Enterarse de que Vicuña le fue infiel a Pampita (suponiendo que Vicuña sea el ídolo de alguien) no nos rompe tanto el corazón como las sospechas de pederastia que cayeron sobre Michael Jackson y Woody Allen. Lo sentimos como una traición personal, una patada en el estómago de nuestra fe. Si se caen estos ídolos, ¿quién nos queda para admirar?

Uno de los grandes Creadores del teatro fue Bertolt Brecht (dramaturgo, teórico y poeta). Es el prócer de actores, directores, dramaturgos y entusiastas teatrales. Brecht es luz. Brecht es amor. Pero sobre todo, Brecht es revolución.
El dramaturgo era comunista, pero en lugar de escribir obras que tuvieran sólo contenido revolucionario, desarrolló una poética que apuntaba a lograr una actitud crítica en el espectador. Es decir, una forma revolucionaria.

En el ámbito teatral, citar a Brecht es citar las Escrituras. Claro que, como ocurre con todas las religiones, los seguidores del Mesías suelen poner en escena versiones aburridísimas de lo que consideran sus enseñanzas. Pero los errores de los seguidores no manchan a nuestro ídolo, y para asegurarnos de protegerlo podemos decir unas palabras mágicas: “eso no es teatro brechtiano, eso es un mamarracho”.

El problema es cuando nos enteramos de que el Creador mismo cometió un crimen. Brecht, el espectáculo de Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu, parte de esa premisa: un grupo de actores a punto de comenzar la primera función de una versión de El círculo de tiza caucasiano (obra de Brecht), se enteran de que están bajo la mira porque jamás pidieron los derechos de autor, es decir, los derechos de un dramaturgo que creaba a partir de obras ajenas. Fieles seguidores de este Creador, reniegan de la exigencia, que suponen un artificio de los herederos. Sin embargo, cuando descubren que el Creador mismo, paladín del comunismo, se había encargado de asegurarse de que sus obras recibieran regalías incluso después de su muerte, su convicción se desmorona (esta historia sobre los derechos de autor no es del todo cierta ni del todo falsa).

Brecht pertenece al ciclo Invocaciones, una serie de espectáculos que desde 2014 combina directores porteños actuales con directores (y dramaturgos) extranjeros del siglo pasado, con la consigna de que nuestros directores pueden invocar algo de aquellos, como si fueran fantasmas o, justamente, deidades. Me parece adecuada esta postura, considerando nuestra tendencia a idealizar a nuestros héroes. Pero por otro lado pierde interés por ser, al menos en este espectáculo, tan endogámica: si el espectador no conoce nuestra obsesión con el dramaturgo comunista, se pierde lo más interesante del espectáculo.
No voy a contarles el final de Brecht, pero sí voy a decirles que nos exige que tomemos posición entre quienes se dejan arrastrar por la traición del Ídolo, y quienes siguen sosteniendo las Ideas. Yo estoy entre los segundos, porque Dios no tiene Twitter, los Creadores se casan con sus hijastras y Messi abandona la selección. Pero las ideas, además de invocarse, pueden seguir usándose.

Brecht
Dirección y dramaturgia: Walter Jakob y Agustín Mendilaharzu
Elenco: Juan Barberini, Fernanda Bercovich, Valeria Lois, Horacio Marassi, Laura Paredes, Marcelo Pozzi, Pablo Seijo, Daniel Tur y Gabriel Zayat
Diseño y escenografía: Ariel Vaccaro
Música: Gabriel Chwojnik
Vestuario: María Emilia Tambutti
Iluminación: Eduardo Pérez Winter
Músicos en escena: Gabriel Chwojnik y Fito Reynals
Productor Ejecutivo, dramaturgista y asistente de dirección: Gabriel Zayat
Centro Cultural General San Martín, Sarmiento 1551, CABA
Domingos y Sábados 21 hs. Hasta el 25 de septiembre

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