Te amaré por siempre

Por Lucía Aguilera

Comediante stand-up, escritor en la consagratoria SNL, Larry David llegó al lugar más alto de la comedia mundial siendo uno de los creadores y guionista de la gigante Seinfeld. Hace un par de meses comenzó la octava temporada de su hilarante serie Curb Your Enthusiasm, que emite HBO los lunes a las 21:00.

Cuando escucho la cortina del comienzo, empiezo a sonreír y a acomodarme, porque sé que voy a estar viendo una de las comedias que más disfruto. Vendrán carcajadas, y comentaré para mí misma y en voz alta “¡qué genial!”. Hace unos años recuerdo que vi un par de capítulos de esta serie. En aquel momento me resultó vagamente divertida, pero le perdí el rastro, como a varios programas emitidos por las elitistas señales codificadas.

Con el auge de la visualización online, y arengada por un amigo, también amante de la televisión, volví a encontrarme con la genialidad de Larry David, para convertirme en su devota. Pero mi platónica fidelidad no fue instantánea. La tira tuvo la particularidad de que los primeros capítulos no me entusiasmaron, tuve que pasar los dos o tres primeros para entrar en ella, no me cautivó de inmediato.

Creí que me había sucedido a mí, pero me encontré con varias personas que me señalaron eso mismo, muchas de ellas no volvieron a verla por ese motivo. Pero vamos, se trata de uno de los padres de la mejor línea de humor que hay, y no iba a rendirme. A medida que los capítulos avanzaron, fui ingresando en el universo de la serie y listo, me capturó por completo.

Bien. Ahora debo justificar mis elogiosas palabras. En la tira, Larry David se interpreta a sí mismo como tal: productor y guionista consagradísimo y rico, asentado en Los Ángeles, pero en un entorno que, si bien toma elementos reales, es pura ficción.

El eje es él, en su acomodada vida cotidiana, que gira en torno a la amistad con su agente, la vida matrimonial, el golf, algunos compromisos, su extraña forma de ver el mundo y de vincularse con la gente. Caracterizada por su humor corrosivo, se establece en la cuerda floja del absurdo y de lo que ya es una marca registrada: la exposición de miserias y la incorrección. La tira muestra en cada episodio un conflicto que se desarrolla a partir de un malentendido y cómo lo sobrelleva el personaje, que en muchos aspectos es difícil definir.

David encarna a un tipo que no tolera muchas situaciones socialmente establecidas, prefiere evitar los eventos y reuniones, cuestiona nimiedades, pese a ser rico se comporta de forma tacaña, avergüenza a su esposa, tiene gustos y placeres muy básicos (siempre usa la misma ropa, le gusta la comida chatarra), es obsesivo y obstinado hasta el límite.

Siendo indiscutidamente talentoso cuenta con el apoyo incondicional de una gran parte de la comunidad de actores mundialmente consagrados. Ellos se prestan al juego, haciendo de sí mismos en la mayoría de los casos, y fundiéndose en la ficción de cada episodio. Me refiero a personajes como el histórico Mel Brooks, que participa en casi todos los capítulos de la cuarta temporada (a mi gusto, la mejor), Dave Schwimmer de Friends, Ben Stiller (con quien terminan enemistados) o Martin Scorsese, por nombrar a algunos de los más destacados.

Como mencioné, es complejo porque tiene muchas facetas que van apareciendo según el momento: es honesto en especial cuando se tiene que mostrar disconforme u oponerse, pero también miente mucho, y en parte por eso se van dando situaciones ridículas, como subir a una prostituta al auto para llegar a tiempo a un partido de baseball ( The car pool Lane, temporada 4) o ayudar a su amigo Jeff para que no descubran que tiene una amante siendo capaz de ponerse ropa interior femenina ( Officer Krupke, temporada 7). De algo pequeño provoca un asunto enorme y no vacila en discutir con niños, alejarse de las personas, pasar (y hacer pasar) malos momentos o exponer sus miserias para cumplir su propósito. Y aún cuando las intenciones son buenas, cuando hay una pizca de generosidad en sus actitudes, todo termina de forma infrecuente y ridícula.

Lo cierto es que hay que verla, porque la descripción no le hace justicia, y aseguro que declararle amor incondicional no es exagerado.

Para más información:
www.youtube.com/watch?v=AsvkahOGh1w

Ilustrada por:
Gastón Olmos
www.dosveintiuno.com.ar@Gastón Olmos

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