Notas al pie | Byron Hasky / Consumo irónico

Por Lucas López

Las viñetas del ilustrador argentino Byron Hasky, una galería de criaturas de culto en su encuentro con lo nacional y popular.

No es secreto que las ilustraciones de Byron Hasky (Mariano Martínez Paiva) recrean la pantalla televisiva en todo su varieté de personajes pop. Su obra descubre las horas frente a una TV mal sintonizada, con pilas de libros de autores oscuros, sci-fi y canciones de Daniel Johnston. En el fandom apasionado que pone en práctica, su lápiz tembloroso rastrilla el lado B de aquella programación, inmortalizando a figuras populosas de barro, de dudosa procedencia y destino. Aunque sale en defensa de sus criaturas. “El prestigio o el culto son categorías abstractas que cada uno le coloca” -dice Hasky-. “Son todos personajes de nuestra cultura. Sea Cortázar, Zulma Lobato, el Guasón o Edgar Allan Poe. Hice series sobre Santos Populares o Asesinos Criollos. Y eso tiene que ver con retratar la cultura y el mundo que me rodea. El Petiso Orejudo o Yiya Murano son leyendas urbanas y esto hace que sus crímenes se traspapelen en la memoria colectiva para convertirse a esta altura de la vida en personajes más que criminales. Trato de ilustrar una época.”

Byron Hasky también evoca los míticos pasillos del cine-club, la tradición perdida del VHS y las galerías ominosas de Lavalle, actualizando su propia galería para el indie actual. Bajo la influencia, admira a Byron Haskin (1899 – 1984) y a Osvaldo Venturi, creador de las “cabezas voladoras”. Aunque aclara “no hay muchas referencias, más que los afiches clásicos de cine, toda la movida de flyers americanos y de bandas de rock, que tiene una historia inmensamente rica. Estoy lejos de los “grandes cartelistas”, de hecho ni siquiera trabajo con serigrafías (cosa que me interesaría hacer en algún momento). Me acerco, como intento hacerlo a todo en mi vida, desde la curiosidad.” Acerca de su alter ego, Byron habla de Byron: “Byron Haskin era un director de cine de los ’40 y ’50. Dirigió películas como “La Guerra de los Mundos”, obra que me dejó fascinado, perplejo y enamorado del cine a los 9 años. Me parecía interesante el seudónimo artístico, así que de a poco comencé a utilizarlo con más asiduidad. Finalmente empecé a firmar mis trabajos (en lo que a ilustración se refiere) como Byron Hasky.”

Hasky revela una tradición gráfica argentina que tiene su inicio en el humor costumbrista de Oski, además de revistas de pulpa, fotonovelas eróticas y ediciones independientes (Byron Hasky también dirigió películas pornos). Se nota en Byron Hasky –como asevera–, una realización que orilla lo autodidacta. Pero la cultura visual se legitima por citas, apropiaciones y dispositivos singulares como muchas de sus piezas gráficas. En esa meca del fetichismo llamada Rayo Rojo, en Bond Street, me detengo en los impresos de Byron Hasky y llego a la conclusión que, en términos de consumo irónico, es lo mejor de nuestros últimos tiempos.

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