Alegres cuentos de carnaval

Por Sofía Castaño

Hoy Sofía Castaño nos acerca su visión sobre la puesta de Los Magníficos Delgado, en el Teatro El Método Kairós

No creemos en nada, desconfiamos de religiones, diarios e ideologías, y sin embargo nos encanta sentarnos frente a una pantalla o un escenario para que un grupo de desconocidos represente una historia para nosotros. Si uno lo piensa bien, el hecho de que alguien se ponga a simular que hace cosas que no hace en frente de personas que simulan creer que hace esas cosas que no hace, es bastante ridículo. Estas reflexiones no son mías sino de quien me acompañó a la función de Esplendor, donde cuatro actores nos contaban cualquier cosa menos la verdadera historia de la muerte de Natalie Wood.

Esta credulidad deliberada con que recibimos la ficción a mí me resulta sospechosa, una trampa que fácilmente puede utilizarse para hacernos creer ideologías, principios y estereotipos que vienen de contrabando, escondidas entre esas historias que nos encantan. La pregunta que surge entonces es ¿por qué me están contando esto? Por eso me interesan las ficciones que, como Esplendor, cuestionan el mismo acto de contar, aunque sea tangencialmente.

Ese es el caso también de Los magníficos Delgado, la historia de dos niños cantores que, ya crecidos, vuelven a las tablas en su pueblo natal luego de 20 años de ausencia, y lo hacen justamente durante el carnaval. Los habitantes del pueblo, aunque se han reunido para la función, la abandonan antes de que los hermanos Delgado lleguen siquiera a la tercera canción. Este desprecio es vengado por una ola de asesinatos que podría parecernos un poco excesiva, pero a fin de cuentas el carnaval es época de excesos. Lo particular del asunto es que los hermanos no matan en escena a nadie (es decir, los actores no simulan matar), sino que representan los asesinatos, utilizan máscaras, discuten sobre la mejor forma de representar los hechos y contrastan los recuerdos de ambos de lo que realmente ocurrió.

Los carnavales son época de reencuentros y es habitual que los asistentes se cuenten lo que hicieron durante el año, desde la última vez que se vieron. Pero imaginen que en un carnaval alguien llega y les cuenta (les representa) con orgullo y alegría la matanza de sus vecinos, incluyendo canciones y todo. Creo que a todos nos resultaría inevitable pensar “¿por qué me está contando esto?”
No tengo la más mínima idea de por qué los hermanos Delgado representan estas historias. ¿Están condenados por una fuerza sobrenatural a repetir los hechos? ¿Lo hacen simplemente porque les gusta recordar esos momentos? ¿Lo hacen porque es divertido representar y observar historias, aunque sea ridículo, aunque sean historias de violencia y aunque no creamos del todo su versión de lo ocurrido? Puede ser que simplemente lo hagan porque es algo digno de ser visto y oído.

Los magníficos Delgado
Dramaturgia y dirección: Gonzalo Quintana
Actores y músicos: Romina Sánchez Salinas, Sebastián Villagra, Florencia Amengual, Natalia González
Teatro El Método Kairós, El Salvador 4530, CABA

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